,

A esa extraña hora

Allí afuera el mundo continúa. No se ha detenido. Aquí dentro todo acaba de empezar. Vivimos a otra velocidad. La luz se intenta colar por las ventanas. Todo parece más intacto a estas horas. Por estrenar. Los cuatro en la cama. Unos minutos. Luego nos separamos. Por parejas. Por la noche es diferente. Aprovecho para escribir. Un libro exprés. Me demoro por la casa. Me gusta ser el último. Verlos durmiendo. Cierro las luces. Ando a oscuras. Con el silencio. Escuchando.
.
Los primeros días dormíamos poco. Yo soñaba mucho. Pasajes extraños. Transitaba en un estado intermedio. Dentro y fuera. Me despertaba sin concluir. Intentaba narrarlos durante la toma. Inconexamente. Balbuceando. Por la mañana lo rememorábamos. Reíamos. Mi Santa duerme rápido. Somos contrarios. Oniria e Insomnia. Cuando no me ve hago un álbum nocturno para esta historia. No me gusta ninguna foto. Mejor esperar. Que venga ella a mi. Y sucede. Dale un beso a tu hermana.
.
Pensaba que estaría más asustado. Sin conciliar el sueño. Dos. Todo tenía que ir a peor. Doble fatalismo. No cojas el teléfono, me he dicho. Pero algo he estado pendiente. Antes de volver mañana. A veces P tiene terrores nocturnos. Con una mano se calma. Sólo con apoyársela. Todos necesitamos tener seguridad. Una mano. A esa extraña hora dormís. Observo como descansáis. Rastreo. Escucho. Busco las respiraciones. Que todo esté en orden.
.
Soy como un vigía. Por si vienen los piratas.

Deja un comentario